Un mineral esencial para la industria
El nombre “magnesium” es originario de la palabra griega utilizada para denominar una región de Tesalia en la prefectura de Magnesia. Está también relacionada con la magnetita y el manganeso, originarias de la misma región y que requirieron ser identificadas como sustancias diferentes.
Según algunos historiadores, en 1618, un granjero de Epsom (Inglaterra) trató de dar a sus vacas agua de un pozo y al negarse éstas a beberla por su mal sabor, el hombre se percató que el agua curaba los rasguños y las erupciones cutáneas. Fue entonces cuando este agua (sulfato de magnesio) se hizo conocida como “sales de Epsom”, extendiéndose rápidamente su fama como solución cutánea. Sin embargo, hasta 1755 el magnesio no fue reconocido como un elemento químico por el médico, químico y físico escocés Joseph Black
La magnesita se utiliza más como mineral industrial que como mena de magnesio. La mayor parte de la producción mundial se procesa mediante calcinación. Ésta se elabora a distintas temperaturas, obteniéndose distintos productos, cuya principal diferencia está en el tamaño de los cristales de óxido de magnesio que se forman (periclasa sintética), lo que a su vez influye en su densidad y reactividad química.
La magnesita cruda se comercializa como componente de fertilizantes agrícolas, industrias del vidrio y cerámica, pinturas, papel, plásticos, soporte para insecticidas y pesticidas, como agente anti aglomerante para sal de mesa y explosivos.
La magnesita es un mineral del grupo de la calcita (fórmula MgC03) que se genera por la alteración de rocas ígneas magnésicas (serpentinitas y rocas ígneas ultrabásicas) o por remplazamiento metasomático (proceso de solución y sedimentación simultáneos en el que un mineral reemplaza a otro), en calizas y dolomías.
Los dos yacimientos de magnesita actualmente explotados en España, situados en Eugui (Navarra) y Rubián (Lugo), pertenecen a este último tipo.
Mineral del mes. Julio 2016